El ictus se produce como consecuencia de la interrupción repentina del riego sanguíneo en una parte del cerebro, lo que conduce a la destrucción de las neuronas afectadas.
Existen dos tipos de Ictus:
- Ictus isquémico: cuando el flujo sanguíneo se interrumpe por una obstrucción (por ejemplo, por un trombo) en un vaso sanguíneo.
- Ictus hemorrágico: cuando un vaso sanguíneo se rompe, causando un sangrado dentro del cerebro.
Es fundamental, para evitar consecuencias más graves, reconocer rápidamente los síntomas que produce un Ictus. A continuación os enumeramos los 10 más comunes:
1. Pérdida brusca de movimiento o debilidad del brazo, la pierna o la cara, especialmente cuando se produce en un lado del cuerpo.
2. Problemas repentinos de visión, en uno o en ambos ojos.
3. Dolor de cabeza repentino, sin causa conocida.
4. Balbuceo y alteraciones del lenguaje (afasia). Incapacidad para encontrar las palabras adecuadas.
5. Incapacidad para comprender lo que otras personas dicen.
6. Problemas para entender órdenes simples. Por ejemplo que cierre los ojos, que levante un brazo, que mueva la lengua, etc.
7. Problemas repentinos al caminar, pérdida del equilibrio o de la coordinación. Caídas.
8. Vértigos. Sensación de que los objetos de alrededor giran o visión doble de ellos.
9. Sensación brusca de acorchamiento u hormigueo en la cara, el brazo y/o la pierna de un lado del cuerpo.
10. Debilidad y pérdida de funciones musculares.
Por último, hay que aclarar que la persona que sufre el Ictus no tiene por qué sufrir todos estos síntomas, dependerá de la zona afectada y del tipo de Ictus, pero si detecta uno o alguno de estos síntomas no dude en llamar a los servicios de emergencia lo antes posible. ¡Su vida está en peligro!
En próximas entradas del blog hablaremos de las consecuencias que tienen los Ictus y los tratamientos de rehabilitación física y neurológica que llevamos a cabo en nuestra Residencia San Luis Gonzaga con residentes que lo han sufrido.